sábado, 20 de junio de 2015

Capítulo 1 (constelaciones)

Cuando llegaron a la casa, Anabeth salió corriendo hacia su cuarto, no sin antes dejar tirada la mochila del instituto en el salón. Cuando se tiró en la cama las lágrimas afloraron de sus ojos. 
Después de unos minutos su móvil empezó a vibrar, solía tenerlo en modo vibración por miedo a que sus padres la oyeran y quisiesen preguntarle con quién hablaba aunque la respuesta fuese obvia.
 Katia, su mejor amiga, apareció en la pantalla cuando Anabeth contestó a la vídeo llamada.
-¿Sí? – preguntó ante la cara de sorpresa que le ponía Katia.
-¿Qué tal ha ido?-la imagen de Katia era borrosa, así que Anabeth cambió la video llamada a una llamada normal, solo voz.
- Nada, como siempre, nadie sabe qué me pasa en la espalda. Algunos creen que es una enfermedad nueva o algo así, otros me llaman bruja y este se ha frustrado y desesperado como otros dos anteriores.
-¿Y tus padres? ¿Qué te han dicho?
-Que se acabó, no más tratamientos ni doctores. Hasta que no demuestren que me afectan, los lunares se quedan donde están.
-Y eso… ¿eso es bueno o malo?
- No sé, tal vez sea mejor así. ¿Qué estás haciendo?
-Con el blog
-¿Los exámenes?
- Estudiados
-¿Deberes?
-No había
-Menos mal, no los he hecho
Ambas amigas rieron felices de poder apoyarse la una en la otra.
-¿Has visto a Dake?- preguntó Anabeth más animada.
 Dake era un chico moreno de ojos castaños que tenía embelesadas a más de la mitad de las chicas del curso, a todas las que no tenía enamoradas su hermano mellizo Jake, igual que su hermano, pero de pelo más claro tirando a un castaño con destellos miel, del mismo color de sus ojos moteados de verde. Jake era más alto que Dake y, en opinión de la mayoría de las chicas del curso y algunas otras más pequeñas, el más guapo de los dos. Dake era más dulce y sociable que su hermano o, al menos, eso parecía.
 Pese al parecido, la forma de ser de ambos era totalmente contraria al igual que las evidentes diferencias en la forma de vestir: Jake, solía vestir con sudaderas y ropa deportiva, normalmente combinado con unas zapatillas Reebook negras y rojas. Dake, por el contrario, solía llevar ropa más elegante, con camisas y casi ninguna sudadera o ropa de deporte.
 Ambos hermanos jugaban al fútbol y varias chicas se presentaban ‘casualmente’ a sus partidos, Anabeth y Katia no formaban parte de ese grupo, tenían mejores cosas que hacer.
 Ellas dos habían estado enamoradas de Dake en su momento, pero Katia había conocido a Adam y, según Anabeth, pronto serían capaces de ser algo más que solo amigos.
 En cambio, Anabeth se había quedado estancada en ese momento y, aunque él no mostraba señales de haberse fijado en ella (excepto cuando le pedía los deberes en clase de inglés), Anabeth seguía pensando que llegarían a tener algo más que una simple amistad.
 Katia sabía que era prácticamente imposible, pues el chico estaba incluso más solicitado que su hermano y eso era ya mucho decir, pero no quería hundir a su amiga pues estaba segura de que en el fondo ella sabía que su amor era una simple fantasía que solo podría llegar a ocurrir si existiesen los milagros.
-No- respondió al fin Katia –pero en estos casos lo mejor es preguntar a Mia, que está mucho más enterada en este tema que nosotras dos juntas.
-Cierto-rió Anabeth.- ¿Qué haríamos sin ella?
 Acudiendo a la llamada, Mia llamó a Anabeth por móvil y la primera convirtió la llamada en una triple.
-Hola chicas, me preguntaba qué hacíais- la voz cantarina de Mia resonó por el auricular de Anabeth.
-Hablando de la reina de Roma- dijo Katia entre risas.
- ¿Dónde estás?-preguntó Anabeth divertida.
-De compras, mi padre ha decidido llevarme por fin.
 Katia y Anabeth rieron al imaginar la cómica escena  de Mia, con su pelo rubio y sus preciosos ojos verde claro llevando a su padre de tienda en tienda.
  Mia era una  de las chicas más solicitadas del curso después de Krista; con  sus numerosas pecas y su perfecta nariz, Mia era capaz de seducir a cualquier chico que se propusiera. Pese a su estatura, que no superaba el metro sesenta, era capaz de imponerse como nadie y, con el genio que tenía, no había persona que se atreviera a disgustarla o enfadarla por ningún motivo.
 -Estoy decidiéndome entre una camiseta naranja con estampado de flores azules o en un jersey de rayas con… ¡Oh! Me encantan esos zapatos y esa camisa o ese otro…- siguió parloteando Mia.
 -¿Has visto algún kimono? Quiero comprarme uno-cortó Katia al fin.
 -Mañana podemos ir de compras, cogemos el bus y nos pasamos el día por ahí.- Anabeth quería salir de su casa y darse un respiro al fin.
 - Y podemos ver  una película- añadió Katia – creo que ya han quitado Sinsajo, pero seguro que hay alguna otra que nos interese.
 -  Sí, y luego me podéis aconsejar  sobre qué comprarme porque esos vaqueros también me gustan…- Mia seguía decidiendo qué comprarse.
 Una voz le llegó a Anabeth desde la cocina pronunciando su nombre con un tono de cansancio, así que miró el reloj. ¿Las 00:20?
 -Tengo que irme-dijo rápidamente. Colgó dejando a Katia y a Mia discutiendo sobre si los lunares hacían gordas las mujeres.
 Se puso el pijama de verano y se acostó, siempre dormía con un pijama ligero, por mucho frío que hiciese. Tuvo sueños raros, estaban relacionados con las estrellas, específicamente con las constelaciones.
 Soñó que estaba subida en una estrella fugaz que se movía muy rápido, tanto que el paisaje del infinito se le emborronó. Anabeth seguía montada en la estrella cuando Jake, cuyas facciones reflejaban la luz de las estrellas y en cuyos mechones castaños quedaban atrapados cometas y soles, mientras aferraba la cintura de la chica. Entonces la estrella cayó convirtiéndose en un lunar, y Jake desapareció dejando una estela de polvo reluciente y reapareciendo Dake en su lugar. El segundo le dedicó una pícara sonrisa y saltó hacia otro lunar, mientras Anabeth se ponía en pie y lo seguía dejando la misma estela con la que Jake se había despedido.

Tras varios saltos de lunar en lunar, Dake desapareció dejando a Katia en su lugar. Kat también saltó y así lo hicieron Mia y Adam  y, por último, Krista. Cuando esta desapareció, algo agarró a Anabeth por la cintura y tiró de ella hacia el cielo. Cuando levantó la vista, se encontró con un ser alado vestido de blanco, el mismo color de sus alas, cuyo rostro era el de Jake.
El ángel la soltó y calló por un oscuro agujero hasta despertar.

2 comentarios:

  1. No me imagino esa sensación de que algo tan bello te deje caer... como si fuese a traición. #MeGusta

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    1. A veces pasa, y te sientes así, pero cuando creas que seguirás cayendo, alguien te cogerá y parará tu caída ;)

      Aveces no te lo esperas de esa persona pero, sea quien sea, es una persona realmente especial ^•^

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