sábado, 31 de octubre de 2015

cap 12 (constelaciones)



Cap 12
Nimb, entusiasta, se dirigió hacia la puerta de salida de la gran sala arrastrando a Anabeth con ella. La segunda empezaba a dudar sobre el asunto incluso más que antes, pues no quería ver su medianamente larga y preciosa melena reducida a esa pequeña coleta que llevaba la sargento.
-No sé si es una Buena idea…- intentó disuadir a Nimb.
Antes de que pudiese añadir algo más, una peluquera la agarró por los hombros y la sentó en una de las sillas con grifo en la que le mojo el pelo y se lo lavó. Estaban en una sala al lado de el gran scenario en la que Anabeth no se había fijado. Era una especie de salon de belleza todo pintado de blanco, incluso los peines y los secadores eran de un blanco impoluto. Cuando la peluquera la sentó en la silla justo delante de los grandes espejos justo a la derecha de la sala y sacó las tijeras a Anabeth le entró un escalofrío.

-¿Es necesario?- le preguntó a la peluquera cuya melena cobriza estaba recogida en un moño que delataba que su pelo era más largo de lo reglamentario.
-Sí, lo siento- dijo con voz fría la peluquera, en cuyos ojos Anabeth no detectó un atisbo de compasión.
Anabeth ahogó un lamento.
-Te lo dejaré todo lo largo que pueda- suavzó un poco la voz.
-Por favor- susurró Anabeth.
La chica de melena cobriza agarró las tijeras y Anabeth cerró los ojos para no ver los mechones que caían como lluvia en una tormenta de destellos rojizos.
                                                                              ***
-Ya estás lista- soltó al fin la dueña de las tijeras que segundos antes desfilaban arrasando todo lo que había a su paso por le pelo de Anabeth.
Esta última abrió los ojos despertándose de lo que por haber durado más tiempo podría haber llegado a ser un sueño profundo. Cuando su vista enfocó vio en el espejo a una chica de ojos castaños y pelo corto que formaba leves tirabuzones en las puntas, no parecía ni de lejos lo que se había imaginado al principio, se sentía incluso bonita.
-Te lo he arreglado un poco, no ha quedado tan terrible, eh? -  La peluquera le sonrió.
-Gracias. ¿Cómo te llamas? - Anabeth seguía incrédula.
-Sachira, pero todos me llaman Sachi.
Como prueba de esa afirmación una de sus compañeras, la mas veteran sin duda, la llamó y esta se despidió agitando la mano mientras Anabeth la miraba incrédula y se levantaba con el piloto automático sin saber muy bien cómo reaccionar. Se dio cuenta de que las chicas con el pelo recién cortado salían entre grititos de emoción y lamentos por la puerta que comunicaba con la sala grande.
Nimb apareció de la nada y la arrastró hasta la puerta junto con el grupo de chicas demasiado emocianadas como para reparar en ellas, por este motivo Anabeth se llevó un par de pisotones e hizo que un par de chica tropezaran y cayeran no sin antes lanzarle una mirada furibunda con un mensaje claro: <<No te acerques a mi>>.
Cuando consiguieron alejarse de todo el barullo Nimb se dio la vuelta y se quitó la gorra en la que Anabeth ni siquiera había reparado pues estaba demasiado centrada en su propio cabello y se preguntaba qué le diría Jake al verla.
Cuando se fijó en la imagen de Nimb se le cayó el alma a los pies. La chica estaba realmente preciosa, el nuevo corte de pelo le quedaba a las mil maravillas: el pelo enmarcaba su preciosa rostro en forma de corazón y los mechones estaban organizados en tirabuzones perfectos y el rojo oscuro de su pelo tenía un brillo anaranjado que resaltaba el color.
-Estás impresionante – le dijo Anabeth.
-Tú tampoco estás nada mal- sonrió la segunda, pero su voz delataba una gran satisfacción consigo misma.
- Me siento rara – dijo Anabeth calándose la gorra de soldado.
Nimb se la quitó y le colocó suavemente el pelo hacia un lado dándole más volumen.
-¿Tú? Yo me siento extraterrestre.
Cuando salieron del edificio femenino y vieron a todos los soldados esparcidos en diferentes lugares, jugando a las cartas o charlando, Anabeth se dio cuenta de una cosa: ¿Y si a Jake no le gustaba? Oh dios…. Su primera reacción fue darse la vuelta y salir corriendo, pero era demasiado tarde, el chico ya avanzaba hacia ellos. En cuanto Jake apareció y sonrió, la chica se relajó notablemente, él no había sufrido ningún cambio a excepción de que llevaba el flequillo recortado.
-Estás diferente …-sonrió a Anabeth- pero diferente en el buen sentido. El tuyo también me gusta Nimb.
Ambas sonrieron de vuelta, las dos habían sucumbido a sus encantos, cuando Anabeth se dio cuenta de que los ojos de Nimb tenían la misma mirada que los suyos se alertó. Jake era suyo y de nadie más… Espera, ¿Qué? ¿Jake? ¿con J? No, que va ¿a ella no le había gustado desde siempre Dake, con D? ¿No había sido Jake siempre el hermano incordio que daba problemas y hacia chistes racistas contra los que Anabeth no podía estar menos en desacuerdo? No, Jake había estado allí cuando se había caído, momento en el que Dake la había empujado. Jake le había sonreído en momentos en los que su hermano la había mirado con asco, solo se reía de esos chistes que solían ser obra de su hermano, aunque él también tenía suyos propios… Siempre había intentado ayudarla cuando tenía dudas en algún ejercicio, incluso siendo de otra clase, respondía a todas sus preguntas el primero y se hacía de rogar para obtener la respuesta completa.
Se acordó de la vez en la que Dake estaba realmente furioso con la profesora de inglés de entonces y estuvo a punto de insultarla abiertamente si Jake no hubiese aparecido y le hubiese convencido de que era mala idea. Se dio cuenta de había estado enamorada de Jake Mildlake, cuyo nombre empezaba con J, no D. En ese instante se descorrió un tupido velo permitiéndole ver la realidad, en ese momento desapareció el ficticio mundo de felicidad e irrealidad en el que todos los errors de Dake habían sido atribuidos a Jake solo para poder seguir pensando que Jake era el malo de la película cuando no había buenos o malos. Solo había una verdad y era que Jake había estado allí cuando lo necesitaba, muy al contrario que Dake, siempre había estado allí y ella había sido incapaz de darse cuenta. Su corazón siempre había apuntado en su dirección y se lo decía ahora.
<<A buenas horas>> pensó.
Reprimió el impulse de saltar a sus brazos y besarlo, de pedirle perdón por no haberse dado cuenta nunca y de darle las gracias por todo lo que había hecho por ella. De decirle que quería tenerlo siempre cerca y de confesarle lo que sentía por él.
Se reprimió y lentamente subió de nuevo la vista hasta centrarse en sus ojos moteados de verdes e intentó que no le fallara la voz.
-Eh… ¿Has hecho algún amigo? - consiguió articular al fin.
-Sí, he conocido a algunos chicos…interesantes- se paró un momento, no quería que las chicas se confiaran pues acababa de conocerlos y no confiaba del todo en ninguno- seguidme, os los presentaré.
Nimb sonrió resuelta se colocó a su lado y lo apremió tirándole del brazo suavemente, gesto que a Anabeth no le hizo ninguna gracia.
-Pues vamos, yo también quiero hacer amigos nuevos.
Anabeth les siguió a pocos pasos de distancia y se preguntó qué clase de personas serían los amigos de Jake. Se dirigieron hacia un grupo de chicos que en ese momento parecían contener la risa mientras dos de ellos discutían sobre qué pasaría si un oso polar y un pingüino hembra se enfrentasen. Había cinco de ellos, uno que parecía de origen mejicano saludó con la mano a Jake casi a punto de estallar en carcajadas por las ridiculeces que se inventaban sus amigos. Un chico rubio que daba la espalda a Anabeth en ese momento estaba empezando a decir:
-Pues yo creo que el oso polar, porque es mucho más grande, pero la pingüino tendrá muy malas pulgas y si es chica tiene que ser lista…
Comentarios de ese estilo eran solo tonterías, claramente ganaría el oso pensó Anabeth. Espera… el año pasado les habían planteado la misma cuestión en un zoo que fueron a visitar.
-No ganaría ninguno de los dos porque un oso polar y un pingüino jamás se encontrarían, uno vive en el polo sur y otro en el norte.
Todos se la quedaron mirando y el chico rubio se dio la vuelta al fin. Sus ojos marón canela no tenían nada fuera de lo normal, pero parecían relucir con un brillo dorado cuando les daba la luz del sol, su cara era verdaderamente perfecta, el tipo de chico que solo llegabas a ver una vez en tu vida. Tenía cuerpo de atleta, era delgado, tal vez algo enclenque, pero a Anabeth le pareció que podría tirar de un solo empujón a cualquiera que se le pusiera delante.
Se giró hacia el mejicano y le preguntó con un fuerte acento británico:
-¿Es eso cierto Kiko?
-La señorita tiene razón, se nota que es más lista que todos vosotros juntos- sonrió Kiko.
Luego la aplaudió y su ejemplo fue seguido por cinco pares de manos.
-Gracias, creo- sonrió tímidamente Anabeth.
-Yo también lo sabía- intentó Jake.
-Sí claro, y los cerdos vuelan- comentó un chico Moreno al que se le notaba en la voz que venía de Francia.
Todos rieron y comenzaron las presentaciones. Kiko, el chico mejicano era un poco más bajo que Nimb y tenía los rasgos mejicanos más marcados que ningún otro de ese país que Anabeth hubiese visto: tez morena, pelo negro como el carbon, ojos marrón oscuro y unos cuantos burritos de más.
 El francés Moreno se llamaba Alejandro, pues su madre era Española, era muy alto y enfermizamente delgado.

Un chico de rasgos chinos un tanto tímido se presentó como Chan-lee, era de la misma altura que Anabeth y era el tipo de chico que le habría encantado a Krista: muy musculoso, moreno y con ojos marrón muy oscuro, a excepción de que era de rasgos asiáticos, cosa con la que la chica jamás podría lidiar.
 Otro de los chicos que no había hablado todavía era un Alemán llamado James, era el típico alemán : rubio, ojos azules y alto, muy alto.
El último en presentarse fue Marco, el chico que había captado la atención de Anabeth desde el primer momento, el chico rubio de ojos marrones y dorados. Cuando se present a Anabeth, la chica extendió la mano y el se la cogió estrechándola y sonriendo.
-Me llamo Marco Anabeth, encantado.
-Lo mismo digo- sonrió la chica.
Jake los miró por el rabillo del ojo y sintió una inminente preocupación de la que Kiko lo sacó con unas palabras no muy tranquilizadoras.
-Esa chica tiene lo que hay que tener, creo que Marco también se ha fijado. Personalmente prefiero a la pelirroja, pero sé que tú no. No la dejes escapar tan fácilmente.

domingo, 20 de septiembre de 2015

cap 11 (constelaciones)



Cuando entraron en la segunda planta del edificio se dieron cuenta de que todas las demás soldados no dejaban de ir de un lado para otro buscando pareja de habitación y abriendo y cerrando las puertas de los cuartos que estaban colocados a ambos lados del pasillo de ladrillo con la parte que tocaba con el techo con el motivo de camuflaje con el que habían embadurnado todo el centro, todo menos el edificio de blanco impoluto.
Nimb arrastró a Anabeth hasta un cuarto a la derecha del pasillo a cuatro cuartos del baño y a tres de las escaleras, encima de la puerta de madera estaba escrito en color marfil el número siete. Cuando entraron se encontraron con un espacio amplio con una litera de dos camas, un gran armario y un escritorio enorme con cajones en el medio, separando ambos lados, y dos sillas donde ambas pasarían sentadas más tiempo del que ninguna pudiese imaginar, ya fuese estudiando o hablando.
-¡Me pido la litera de arriba!- saltó Nimb con entusiasmo.
-Entonces yo el lado derecho de la mesa- dijo Anabeth intentando mostrarse tan entusiasta como Nimb, sin mucho éxito.
Abrieron el armario de par en par y se quedaron maravilladas con el enorme espacio que este contenía.
-¡Ostras!- dijo Anabeth francamente impresionada.
-Y que lo digas, ¡y yo que creía que me había traído demasiada ropa!- bromeó Nimb.
La cantidad de ropa en la maleta de Nimb no era ninguna broma, incluso con todo el espacio que había allí dentro consiguieron llenar tres cuartos del armario.
Anabeth no tenía nada que desempaquetar, así que decidió ayudar a Nimb con la suya esperando la pregunta de la chica que llegó cuando acababan de terminar de desempaquetarlo todo.
-¿No te has traído tu ropa?- preguntó Nimb con un suspiro de cansancio.
- No pude,  me reclutaron cuando estaba en la universidad y no tuve tiempo ni de despedirme de mis padres- dijo Anabeth con otro suspiro de cansancio.
-Pero… ¿ellos saben que estás aquí?
- Posiblemente, no lo sé, se supone que el instituto les habrá informado sobre mi ida.
-Espera, entonces no tienes ni siquiera tu mochila del insti?- Nimb estaba cada vez más intrigada.
- No, ni siquiera eso- a Anabeth se le hizo un nudo en el estómago.
Era cierto que no tenía ni idea de si sus padres estaban al tanto de su marcha, o si volvería a verles antes de que todo eso terminara, es decir, en un tiempo indefinido pues tenía la certeza de que después de salvar a sus amigos los problemas no iban a terminar.
-¡Qué bien!- dijo Nimb sobresaltando a Anabeth con su inesperada respuesta.
- ¿Perdón?
-Me refiero a que si no tienes ropa te puedo prestar la mía y si no sé qué ponerme  y estoy decidiéndome entre dos conjuntos te doy uno y yo el otro y a sí puedo usar los dos a la vez y como puedes ver me he traído ropa de sobra- hizo una pausa para respirar y luego sonrió- como puedes ver he traído ropa más que de sobra.
Anabeth rió con ganas, por lo menos ese problema estaba solucionado y no tendría que preocuparse por la escasez de ropa, pues  era cierto que con la ropa de Nimb ambas podían vestirse durante un mes sin repetir conjunto.
Ambas se dejaron caer en la cama de Anabeth riendo realmente aliviadas y felices. Cuando ambas terminaron de reír, una voz resonó por el pasillo tal vez demasiado alta:
-Se ruega que todas las alumnas de este edificio se dirijan a la planta baja sin excepción de ninguna, bajen igual que han subido: por las escaleras al final del pasillo.
La voz se cortó cuando el típico timbre del supermercado sonó al igual que había hecho al empezar el breve mensaje.
-Vamos, si no se apiñarán en las escaleras y no podremos llegar a tiempo- Anabeth ayudó a Nimb a levantarse y ambas salieron corriendo de la habitación y bajando las escaleras a toda pastilla.
En la planta baja había dos habitaciones de igual tamaño que podían abarcar a medio pueblo. Una de ellas era la sala de estudio, donde los únicos muebles eran sofás y butacas apiñados alrededor de unas mesas más bien minúsculas que abarcaban a duras penas unos cuatro batidos de la cafetería/barra de bebidas que se encontraba al fondo de la estancia.
La otra era la sala a la que Nimb y Anabeth se dirigían, una gran sala similar a un teatro pequeño llena de sillas de plástico con cojines en los respaldos. Había un pequeño escenario al  frente de todas las sillas donde en esos momentos se encontraba una mujer demasiado musculosa, en opinión de Anabeth, que podía llegar a incluso dar miedo pues su cara estaba congelada en una mueca fría y aparentemente enfadada.  Anabeth sintió que un escalofrío recorría su columna cuando los ojos de la gran señora se posaron en ella con una mirada dura y sin sentimiento, se dio cuenta de que si era esa la persona que encontrara su secreto, estaría más que perdida.
-Bienvenidas a todas al centro universitario militar número cinco. Espero que todas os halláis acomodado en vuestras habitaciones y no halláis tenido problemas encontrando pareja de cuarto, si tenéis algún problema con esta debéis mencionárnoslo a mí, la sargento Tomas o a mi compañera también sargento, la señora Adison, a la que conoceréis de dentro de poco, y no tendremos ningún problema en cambiaros con otras parejas que estén dispuestas a hacer el cambio- Anabeth y Nimb se miraron, ninguna de las dos tenía intención de abandonar la habitación o a su amiga, sobre todo después de todo el esfuerzo que les había causado ordenar la ropa las dos supieron que ninguna pasaría por ese tramo otra vez a no ser que fuese estrictamente necesario. Cuando se apagó el murmullo colectivo, la sargento volvió a hablar- espero que todas vosotras paséis un buen curso, ya sabréis que en este primer año las asignaturas obligatorias serán: matemáticas, historia y lengua, igual que en el instituto militar, para las que hayáis asistido. Las demás asignaturas serán optativas que vosotras decidiréis en cara a la carrera que queráis aprender.
La sargento se interrumpió al ver que una de las chicas de las filas del fondo levantaba la mano, Anabeth solo distinguió de ella el pelo moreno pues ella y Nimb habían conseguido sitio en la fila cuatro. La sargento dio permiso para hablar a la chica y esta  comenzó con la voz fuerte pero dudosa:
-¿Las clases serán compartidas con los… um… chicos?- completó la frase como si al no decir la palabra exacta enfurecería (aún más) la expresión de la sargento Tomas.
- Por supuesto, no habrá muchas actividades que hagáis por sexos separados, no es nuestra intención discriminarlos- murmullo de aprobación y suspiro de alivio por parte de Anabeth, no quería separarse de Jake- pero ahora, una noticia que no sé si todas aprobaréis… ¡debéis cortaros el pelo como el mío, por encima de los hombros!- dicho esto se deshizo la coleta y dejó caer una corta melena que no sobrepasaba sus hombros, es más, estaba por lo menos a tres dedos de donde les había prometido.
Muchas chicas protestaron por lo bajo, una de ellas Anabeth, no quería echar a perder su melena marrón por mucho que no fuera ninguna maravilla como la de Nimb quien, al parecer, estaba de acuerdo con dejar que se llevaran sus preciosos tirabuzones.
-Es una magnífica idea, estaba deseando encontrar un cambio de look que me fuese útil y a la vez bonito- sonrió radiante.
Anabeth no compartía ni mínimamente la opinión de Nimb al respecto, pero se consoló pensando que todo esto era por salvar a sus mejores amigos.
-Está bien, vamos allá.  

martes, 1 de septiembre de 2015

Cap 10 (constelaciones)


Cuando todos hubieron formado un pasillo empezaron a desfilar guardias y, seguidamente, enfermeros con batas blancas para luego dejar paso a cinco chicos que iban en unas camillas blancas, inconscientes.
Cuando Katia pasó por su lado estuvo tentada de alargar la mano y coger la de su amiga únicamente para comprobar que la chica respiraba de verdad o por lo menos que le latía el pulso. Jake adivinó sus intenciones y la agarró del brazo atrayéndola hacia sí.
Adam abrió en ese momento los ojos y se incorporó.
-¿Qué...?- susurró.
Su voz fue silenciada por un golpe en la cabeza. Anabeth notó como la ira que contenía  se desataba y dio un paso hacia él, acto seguido sintió como unos brazos fuertes la agarraban por la cintura y la atrapaban sin dejarla apenas respirar. Una vez se hubo calmado y sus amigos hubiesen sido introducidos en el edificio blanco, Jake aflojó los brazos sin retirarlos del todo por precaución.
- Paciencia, los salvaremos pero en el momento correcto- susurró al oído de Anabeth. Se retiraron de la multitud hacia Nimb y luego siguieron a la farmacéutica de mediana edad. La señora sería su profesora de ciencias, pues esa universidad era variada sin ningún trabajo exclusivo, tenía diferentes clases con diferentes apartados que los alumnos elegían en cara a lo que decidían estudiar. La visita fue una pérdida de tiempo para Anabeth, quien tenía una orientación pésima y sabía que acabaría preguntándoselo todo de nuevo a Jake. Cuando terminaron, les indicaron sus habitaciones y el área de tiempo libre que incluía la sala principal del ayuntamiento y un gran patio de césped con mesas dónde podían almorzar. Jake se dirigía al edificio de las habitaciones masculinas cuando se dio cuenta de la expresión deprimida de Anabeth, se acercó a ella:
- ¿Estás bien?- preguntó con cautela.
Su pregunta fue respondida con un leve sollozo.
- Hey, no pasa nada- intentó sonreír Jake- los rescataremos, te lo prometo.
Abrazó a Anabeth y acarició su cabellera color castaño rojizo, dejó que la chica llorara y se desahogara e incluso él sollozó también. Sintió como su amistad se hacía más fuerte conforme acariciaba a la chica y deseó, por un momento, que estuvieran en casa y que nada de eso le estuviese pasando, pero aún así supo que no cambiaría el sentimiento que se estaba agrandando en su interior hacia Anabeth por nada del mundo y se hizo la promesa de que, una vez todo hubiese terminado, le diría a Anabeth lo que sentía por ella. Se imaginó llevándola al Starbucks o al parque paseando a su perro pastor alemán y sonrió pensando en los celos de su hermano al saber que era él el que salía con Anabeth Starchild, la chica con la que su hermano llevaba queriendo quedar desde el año pasado, cuando había escalado la valla del instituto que comunicaba con los campos de fútbol para poder recoger la pelota de baloncesto que se le había colado. Su hermano la había cogido y había retado a
Anabeth a ir a por ella, su hermano no había creído posible que la chica escalase la verja y pensaba que se daría por vencido y acabaría por no conseguir la pelota e irse. Pero Anabeth le había preguntado:
- ¿Es un reto?
- Sí, supongo - había respondido Dake.
La chica sonrío y se encaramó a la valla trepando por ella hasta el otro lado.
- La pelota, por favor- dijo radiante la chica.
Dake se la dio boquiabierto y Anabeth salió por la puerta al lado de la verja.
- Podrías haber hecho eso- le gritó el chico en la distancia.
- Eso habría sido rendirme- le respondió la chica diciendo adiós con la mano libre.
Eso era lo que Dake le había contado y a él también lo dejó sin habla.
                                  ***
Anabeth se dejó hacer, llevaba un tiempo conteniendo las lágrimas y cuando sintió las manos de Jake en su pelo las sacó fuera, le gustaba la sensación que le producían las manos de Jake, era tranquilizadora y a la vez le aportaba seguridad, se dijo que, una vez acabara todo, si no había más incidentes y todo se quedaba tranquilo en su sitio, le declararía a Jake cómo se sentía. Notó que Jake respiraba con dificultad e irregularmente, al sentir una gota de agua que resbalaba por la mejilla del chico y supo que para él también estaba siendo duro. La rabia contra si misma la invadió y se hizo una pregunta: ¿Por qué?
¿Por qué era ella la niña rara con los lunares cambiantes? ¿Por qué los buscaban esa gente? ¿Por qué se habían llevado a sus amigos? ¿Por qué un ¿Por qué estaba allí?
Cuando oyó las palabras tranquilizadoras de Jake lo abrazó fuerte como si quisiera comprobar que era real, por lo menos tenía una respuesta: estaba allí por él, por él y por sus amigos. Tras unos minutos que Anabeth quiso que duraran eternamente, el chico la apartó suavemente, lo suficiente para poder mirarla a la cara. Jake retiró la lagrima que rodaba por la mejilla de Anabeth y sostuvo su mano junto a la suya, no quería soltarla, quería protegerla de los que les buscaban. Sintió ganas de salir corriendo y llevársela de allí, sacarla de ese horrible lugar y ponerla a salvo, pero la idea de dejar a su hermano lo frenó.
Se separaron y Nimb apareció en ese mismo momento:
-A mi también me parte el corazón ver a gente así, intentaré averiguar por qué hacen esto.
La chica se llevó a Anabeth al edificio dejando a Jake en el lugar. Nimb sabía que les pasaba algo raro con esos chicos, pero viendo como estaba su amiga decidió no preguntar.

jueves, 27 de agosto de 2015

cap 9 ( constelaciones )

Se metieron en los coches militares, eran parecidos a unos todoterrenos con estampado de camuflaje como sus uniformes.
-Parece que nos vamos de safari- intentó animarla Jake.
- Bueno, de safari por África yo no...- Jake hizo callar a Nimb, quien no había pillado el chiste.
Anabeth entró en el coche sin decir palabra. El coche no era mucho mejor por fuera que por dentro, en el interior tenía dos bancos a los lados para tres o cuatro personas en uno de los cuales subieron Nimb, Anabeth y Jake.
Cada uno estaba sumido en sus pensamientos, Nimb se estaba imaginando cómo sería su padre, lo había visto en algunas fotos que su madre tenía en su casa de Phoenix, incluso creía se acordaba de algunos rasgos de su cara. Su madre le había dicho que tenía los ojos de su padre y siempre que se miraba al espejo y se fijaba en sus ojos se imaginaba a un hombre con el pelo castaño y ojos como los suyos que le sonreía.
Jake también pensaba en su familia, pero especialmente en su hermano. Ambos dos habían estado siempre unidos, se acordó cuando ganaron su primer partido de fútbol y cuando su hermano se cayó en una fuente y cogió un constipado enorme que luego le pegó a él, cuando a los diez años les habían regalado a los dos un ebook porque eran una ruina con lo mucho que leían... Sonrío al acordarse de cuando se había metido con uno de sus compañeros y su hermano había salido a ayudarlo, los dos habían acabado bastante mal, pues el niño tendría dos años más. Se acordó de cuando su padre había enfermado y su madre estaba de viaje, su hermano mayor había cuidado de ambos y aun así ellos habían seguido haciendo de las suyas durante todo el tiempo. Recordó también el día que sus padres les comunicaron que cambiarían de colegio y Dake se había pillado una rabieta enorme y había gritado a sus padres porque no quería dejar a sus amigos, Jake tuvo que hablar con él para hacerle entrar en razón aunque a él tampoco le agradaba mucho la idea de cambiar de colegio. En definitiva, los dos habían tenido una infancia rebelde. Luego le asaltó el recuerdo de haría...¿cuatro días? Se acordó de ver a Anabeth caer a Anabeth y sujetarla para que no se cayese para después ver como su hermano se reía y corría hacia su clase. Se acordó de disculparse por la insensatez de su hermano y de querer matarlo durante un segundo para luego acordarse de que seguía sosteniendo a Anabeth. Se pasó una mano por el pelo y se dijo que una vez hubiese salvado a su hermano, saldaría cuentas con él.
Le asaltó de repente un recuerdo que llevaba mucho tiempo guardado en lo más profundo de su mente, creyó que había sido a causa de la rabia que sentía ese momento hacia su hermano, el recuerdo de hacía ya tres años cuando, con solo quince años, sus padres le habían regalado un cuaderno y unos bolígrafos de dibujo. A Dake le había parecido una tremenda tontería y a Jake casi lo mismo, no se le daba mal el dibujo, pero nunca había sido su entretenimiento favorito. Pasaron meses y Jake no se acordó de sus bolígrafos ni de su cuaderno, hasta que un día Anabeth apareció por su clase para enseñarle a Katia un cuaderno plagado de dibujos, nunca en ese colegio había estado en una clase que no fuese la de Katia y por lo tanto, Anabeth solía aparecer muy frecuentemente, el cuaderno le recordó a Jake el regalo de sus padres y vio en una página por la que tenía Anabeth abierto el cuaderno un dibujo de un ángel con las alas de colorines y debajo del dibujo una palabra: Sueña. En ese momento decidió que haría un dibujo él con la misma palabra pero diferente al de la chica. Una semana después, ya había terminado el atrapa sueños a lápiz y solo le quedaba repasarlo con los bolígrafos de sus padres. Cuando terminó, el unes por la tarde, decidió enseñárselo a su hermano, pero a diferencia de la reacción que esperaba por su parte, a Dake se le ocurrió soltar una de sus bobadas de turno:
- Menudo dibujo, ¿a quién piensas impresionar? dibujar es de niñas y, además, no creo que a nadie le guste ese garabato sin sentido- después de esta observación, Dake se enfrascó de nuevo en su libro e hizo caso omiso a las réplicas de Jake, quien volvió a su habitación.
Se enfadó tanto consigo mismo y con el dibujo que acabó por romperlo, meter los rotuladores en el fondo de un armario y tirar el cuaderno por detrás de la estantería.

Anabeth por el contrario, estaba empezando a comprender lo que significaban los sueños que estaba teniendo, todos estaban relacionados con estrellas y lunares, luego estaba lo de la estrella polar a la que tenía que encontrar, una sola estrella, un solo lunar y Jake...Jake la había protegido todo el tiempo, las piezas del puzle empezaba a encajar, pero todavía faltaban unas cuantas por salir a la luz.
El coche pegó un frenazo y si no hubiese sido porque Nimb había sujetado a Jake y el chico a Anabeth, se habrían caído todos.
- ¿Estáis bien?- les preguntó Jake.
- Menudo parón, no me lo esperaba- sonrío Anabeth frotándose la cabeza.
- Menos mal que me agarré- dijo Nimb señalando una barra de metal al lado de  los asientos.
Los otros tres soldados que estaban enfrente de ellos parecía de un grado superior y se reían por lo bajo. Salieron del coche de uno en uno y una luz cegadora los dejo sin vista un instante para luego encontrarse en un lugar totalmente distinto a lo que habían visto nunca:
Los edificios eran de únicamente dos plantas y eran todos de ladrillo oscuro, los únicos edificios que eran diferentes eran un edificio blanco de unas tres o cuatro plantas de blanco impoluto y un enorme edificio de estampado de camuflaje que parecía un ayuntamiento de tres plantas.
Los edificios estaban todos colocados por filas en forma de cuadrado alrededor del "ayuntamiento" y una de las esquinas del cuadrado era el edifico blanco.
- Tal como me lo esperaba- sonrió Nimb.
- Pues yo no me lo esperaba así, me lo esperaba bastante peor- le susurró Anabeth a Jake.
-¿Por?- preguntó Jake sarcástico.
- No sé, tal vez porque han raptado a nuestros amigos y...bueno...¿Tú qué crees?- respondió la chica en el mismo tono sarcástico.
Una mujer de mediana edad con bata blanca de farmacéutica habló por un megáfono para indicar que les daría a los nuevos 'reclutas' un tour por la instalación después de que pasasen los enfermos.
-...¡Abrid un pasillo por favor!- concluyó.
- ¿Enfermos?- preguntó Nimb.
- Enfermos- afirmó Jake lleno de una repentina rabia.
Anabeth alcanzó la mano de Jake y se la acarició.
- Tranquilo, tranquilo.
Nimb supo en ese momento que le escondían algo y se propuso adivinar el qué más adelante.

domingo, 23 de agosto de 2015

Cap 8 (constelaciones)

Anabeth había cogido la mano de Jake y entrelazado los dedos con los de él sin que se hubiera dado cuenta, en ese momento lo llamaba y golpeaba suavemente su hombro. Estaba tan cansado que no había oído la pregunta de Nimb.
- Em...¿si?- dijo girándose hacia Nimb.
- Preguntaba- comenzó la chica con timidez- si tenías algún hermano o hermana, Anabeth me ha dicho que tiene un hermano pequeño, pero siento curiosidad por ti.
Antes de responder miró a Anabeth sorprendido de que le hubiese contado a Nimb lo de su hermano, pero no hubiese dicho nada sobre él. En la mirada de Anabeth comprendió que ella no quería revelar ningún detalle sobre él sin su consentimiento. En ese momento se dio cuenta de que la mano de Anabeth estaba entrelazada con la suya y una sonrisa asomó a sus labios sin que él pudiera evitarlo. Miró a Anabeth a los ojos y se dio  cuenta del pelo castaño rojizo que contrastaba con el suyo miel y sus ojos marrones pardos diferentes a los suyos marrón verdosos, la cara de la chica era en forma de óvalo perfecto, mientras que la suya era más redondeada eran casi completamente diferentes, eso le hacía apreciar a la chica aún más y por primera vez la miró como algo más que a a una amiga, sensación que no llegó a entender.
Nimb se aclaró la garganta para que Jake centrase su atención de nuevo en ella.
- Sí, tengo dos hermanos mayores, se llaman Dake y Sam- respondió el chico.
Anabeth sonrió contenta al ver que el chico daba a Nimb un voto de confianza. Él la correspondió con otra sonrisa igual sin saber muy bien el motivo.
Nimb vio algo en ese momento y se sorprendió sintiendo celos de su reciente amiga al ver que ambos se llevaban tan bien.
- Em...chicos-empezó.
-¿Si?- respondieron al unísono ambos dos.
-Vosotros dos est...
Una voz se oyó en los altavoces con el típico "abróchense los cinturones que vamos a aterrizar en el aeropuerto de Londres"
-¡¿Londres?!- exclamó Anabeth.
- ¡Pero si hace unas horas estábamos en California! - se sorprendió enormemente Jake.
- Hemos tardado muy poco tiempo- murmuró Nimb.
-¿Tecnología avanzada?- sugirió Anabeth.
-Muy avanzada- la siguió Jake.
- A saber, pero a mí me dijeron que esta universidad estaba en Londres y allí debería estar- comentó Nimb.
- Espera, ¿tu sabías que nos íbamos a Londres? ¿Tan lejos?- preguntó Jake asombrado por todo lo que estaba pasando a su alrededor.
- Pues claro, ¿no sabíais a dónde íbamos?
- No, no tenía ni idea- respondió Anabeth.
- Negativo- coincidió Jake.
- Pues ahora mismo... ¡Os presento Londres, chicos!- dijo Nimb saliendo del avión.
  
                          
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El aeropuerto de Londres era realmente impresionante, todo era inmenso y la mayoría estaba hecho de cristal. Anabeth y Jake encontraron todo muy distinto, Anabeth había viajado en avión escasas veces, dos veranos para ir a Madrid, pero nunca había visitado el aeropuerto de Londres, había muchas tiendas de colonias y revistas, las terminales eran también enormes y había un gran riesgo de perderse, por el cual Jake no perdió de vista a Anabeth en todo el trayecto, dado a la facilidad de la chica para meterse en problemas.
Para él era algo totalmente diferente, no había pisado un aeropuerto desde hacía cinco años. Sus vacaciones trataban de montaña a playa y de playa a montaña, si iban a un aeropuerto era para recoger a un familiar. Su madre no soportaba los aviones y su mellizo tampoco, a él desde pequeño le había encantado todas las formas de transporte. El año pasado pensaba estudiar ingeniería de coches o aviones o incluso de barcos, quién le iría a decir a él que pasaría algo como esto.
Se pasó una mano por el pelo y se dio cuenta de que si no hubieran raptado a su hermano y sus amigos no estaría allí con Anabeth, al mirar la cara de felicidad de la chica mientras lo miraba y curioseaba todo, una sonrisa se paseó por su cara.
Salieron del aeropuerto y se dirigieron a los coches militares que estaban aparcados en la entrada de la terminal. Cogió a Anabeth de la muñeca, pues se había quedado atrás mirando una tienda de colonias y maquillaje típicas en un aeropuerto.
- Venga, que tenemos una universidad a la que ir y gente importante a la que salvar- la alentó el chico.
Anabeth asintió y corrieron juntos hacia el coche donde los esperaba Nimb.