sábado, 31 de octubre de 2015

cap 12 (constelaciones)



Cap 12
Nimb, entusiasta, se dirigió hacia la puerta de salida de la gran sala arrastrando a Anabeth con ella. La segunda empezaba a dudar sobre el asunto incluso más que antes, pues no quería ver su medianamente larga y preciosa melena reducida a esa pequeña coleta que llevaba la sargento.
-No sé si es una Buena idea…- intentó disuadir a Nimb.
Antes de que pudiese añadir algo más, una peluquera la agarró por los hombros y la sentó en una de las sillas con grifo en la que le mojo el pelo y se lo lavó. Estaban en una sala al lado de el gran scenario en la que Anabeth no se había fijado. Era una especie de salon de belleza todo pintado de blanco, incluso los peines y los secadores eran de un blanco impoluto. Cuando la peluquera la sentó en la silla justo delante de los grandes espejos justo a la derecha de la sala y sacó las tijeras a Anabeth le entró un escalofrío.

-¿Es necesario?- le preguntó a la peluquera cuya melena cobriza estaba recogida en un moño que delataba que su pelo era más largo de lo reglamentario.
-Sí, lo siento- dijo con voz fría la peluquera, en cuyos ojos Anabeth no detectó un atisbo de compasión.
Anabeth ahogó un lamento.
-Te lo dejaré todo lo largo que pueda- suavzó un poco la voz.
-Por favor- susurró Anabeth.
La chica de melena cobriza agarró las tijeras y Anabeth cerró los ojos para no ver los mechones que caían como lluvia en una tormenta de destellos rojizos.
                                                                              ***
-Ya estás lista- soltó al fin la dueña de las tijeras que segundos antes desfilaban arrasando todo lo que había a su paso por le pelo de Anabeth.
Esta última abrió los ojos despertándose de lo que por haber durado más tiempo podría haber llegado a ser un sueño profundo. Cuando su vista enfocó vio en el espejo a una chica de ojos castaños y pelo corto que formaba leves tirabuzones en las puntas, no parecía ni de lejos lo que se había imaginado al principio, se sentía incluso bonita.
-Te lo he arreglado un poco, no ha quedado tan terrible, eh? -  La peluquera le sonrió.
-Gracias. ¿Cómo te llamas? - Anabeth seguía incrédula.
-Sachira, pero todos me llaman Sachi.
Como prueba de esa afirmación una de sus compañeras, la mas veteran sin duda, la llamó y esta se despidió agitando la mano mientras Anabeth la miraba incrédula y se levantaba con el piloto automático sin saber muy bien cómo reaccionar. Se dio cuenta de que las chicas con el pelo recién cortado salían entre grititos de emoción y lamentos por la puerta que comunicaba con la sala grande.
Nimb apareció de la nada y la arrastró hasta la puerta junto con el grupo de chicas demasiado emocianadas como para reparar en ellas, por este motivo Anabeth se llevó un par de pisotones e hizo que un par de chica tropezaran y cayeran no sin antes lanzarle una mirada furibunda con un mensaje claro: <<No te acerques a mi>>.
Cuando consiguieron alejarse de todo el barullo Nimb se dio la vuelta y se quitó la gorra en la que Anabeth ni siquiera había reparado pues estaba demasiado centrada en su propio cabello y se preguntaba qué le diría Jake al verla.
Cuando se fijó en la imagen de Nimb se le cayó el alma a los pies. La chica estaba realmente preciosa, el nuevo corte de pelo le quedaba a las mil maravillas: el pelo enmarcaba su preciosa rostro en forma de corazón y los mechones estaban organizados en tirabuzones perfectos y el rojo oscuro de su pelo tenía un brillo anaranjado que resaltaba el color.
-Estás impresionante – le dijo Anabeth.
-Tú tampoco estás nada mal- sonrió la segunda, pero su voz delataba una gran satisfacción consigo misma.
- Me siento rara – dijo Anabeth calándose la gorra de soldado.
Nimb se la quitó y le colocó suavemente el pelo hacia un lado dándole más volumen.
-¿Tú? Yo me siento extraterrestre.
Cuando salieron del edificio femenino y vieron a todos los soldados esparcidos en diferentes lugares, jugando a las cartas o charlando, Anabeth se dio cuenta de una cosa: ¿Y si a Jake no le gustaba? Oh dios…. Su primera reacción fue darse la vuelta y salir corriendo, pero era demasiado tarde, el chico ya avanzaba hacia ellos. En cuanto Jake apareció y sonrió, la chica se relajó notablemente, él no había sufrido ningún cambio a excepción de que llevaba el flequillo recortado.
-Estás diferente …-sonrió a Anabeth- pero diferente en el buen sentido. El tuyo también me gusta Nimb.
Ambas sonrieron de vuelta, las dos habían sucumbido a sus encantos, cuando Anabeth se dio cuenta de que los ojos de Nimb tenían la misma mirada que los suyos se alertó. Jake era suyo y de nadie más… Espera, ¿Qué? ¿Jake? ¿con J? No, que va ¿a ella no le había gustado desde siempre Dake, con D? ¿No había sido Jake siempre el hermano incordio que daba problemas y hacia chistes racistas contra los que Anabeth no podía estar menos en desacuerdo? No, Jake había estado allí cuando se había caído, momento en el que Dake la había empujado. Jake le había sonreído en momentos en los que su hermano la había mirado con asco, solo se reía de esos chistes que solían ser obra de su hermano, aunque él también tenía suyos propios… Siempre había intentado ayudarla cuando tenía dudas en algún ejercicio, incluso siendo de otra clase, respondía a todas sus preguntas el primero y se hacía de rogar para obtener la respuesta completa.
Se acordó de la vez en la que Dake estaba realmente furioso con la profesora de inglés de entonces y estuvo a punto de insultarla abiertamente si Jake no hubiese aparecido y le hubiese convencido de que era mala idea. Se dio cuenta de había estado enamorada de Jake Mildlake, cuyo nombre empezaba con J, no D. En ese instante se descorrió un tupido velo permitiéndole ver la realidad, en ese momento desapareció el ficticio mundo de felicidad e irrealidad en el que todos los errors de Dake habían sido atribuidos a Jake solo para poder seguir pensando que Jake era el malo de la película cuando no había buenos o malos. Solo había una verdad y era que Jake había estado allí cuando lo necesitaba, muy al contrario que Dake, siempre había estado allí y ella había sido incapaz de darse cuenta. Su corazón siempre había apuntado en su dirección y se lo decía ahora.
<<A buenas horas>> pensó.
Reprimió el impulse de saltar a sus brazos y besarlo, de pedirle perdón por no haberse dado cuenta nunca y de darle las gracias por todo lo que había hecho por ella. De decirle que quería tenerlo siempre cerca y de confesarle lo que sentía por él.
Se reprimió y lentamente subió de nuevo la vista hasta centrarse en sus ojos moteados de verdes e intentó que no le fallara la voz.
-Eh… ¿Has hecho algún amigo? - consiguió articular al fin.
-Sí, he conocido a algunos chicos…interesantes- se paró un momento, no quería que las chicas se confiaran pues acababa de conocerlos y no confiaba del todo en ninguno- seguidme, os los presentaré.
Nimb sonrió resuelta se colocó a su lado y lo apremió tirándole del brazo suavemente, gesto que a Anabeth no le hizo ninguna gracia.
-Pues vamos, yo también quiero hacer amigos nuevos.
Anabeth les siguió a pocos pasos de distancia y se preguntó qué clase de personas serían los amigos de Jake. Se dirigieron hacia un grupo de chicos que en ese momento parecían contener la risa mientras dos de ellos discutían sobre qué pasaría si un oso polar y un pingüino hembra se enfrentasen. Había cinco de ellos, uno que parecía de origen mejicano saludó con la mano a Jake casi a punto de estallar en carcajadas por las ridiculeces que se inventaban sus amigos. Un chico rubio que daba la espalda a Anabeth en ese momento estaba empezando a decir:
-Pues yo creo que el oso polar, porque es mucho más grande, pero la pingüino tendrá muy malas pulgas y si es chica tiene que ser lista…
Comentarios de ese estilo eran solo tonterías, claramente ganaría el oso pensó Anabeth. Espera… el año pasado les habían planteado la misma cuestión en un zoo que fueron a visitar.
-No ganaría ninguno de los dos porque un oso polar y un pingüino jamás se encontrarían, uno vive en el polo sur y otro en el norte.
Todos se la quedaron mirando y el chico rubio se dio la vuelta al fin. Sus ojos marón canela no tenían nada fuera de lo normal, pero parecían relucir con un brillo dorado cuando les daba la luz del sol, su cara era verdaderamente perfecta, el tipo de chico que solo llegabas a ver una vez en tu vida. Tenía cuerpo de atleta, era delgado, tal vez algo enclenque, pero a Anabeth le pareció que podría tirar de un solo empujón a cualquiera que se le pusiera delante.
Se giró hacia el mejicano y le preguntó con un fuerte acento británico:
-¿Es eso cierto Kiko?
-La señorita tiene razón, se nota que es más lista que todos vosotros juntos- sonrió Kiko.
Luego la aplaudió y su ejemplo fue seguido por cinco pares de manos.
-Gracias, creo- sonrió tímidamente Anabeth.
-Yo también lo sabía- intentó Jake.
-Sí claro, y los cerdos vuelan- comentó un chico Moreno al que se le notaba en la voz que venía de Francia.
Todos rieron y comenzaron las presentaciones. Kiko, el chico mejicano era un poco más bajo que Nimb y tenía los rasgos mejicanos más marcados que ningún otro de ese país que Anabeth hubiese visto: tez morena, pelo negro como el carbon, ojos marrón oscuro y unos cuantos burritos de más.
 El francés Moreno se llamaba Alejandro, pues su madre era Española, era muy alto y enfermizamente delgado.

Un chico de rasgos chinos un tanto tímido se presentó como Chan-lee, era de la misma altura que Anabeth y era el tipo de chico que le habría encantado a Krista: muy musculoso, moreno y con ojos marrón muy oscuro, a excepción de que era de rasgos asiáticos, cosa con la que la chica jamás podría lidiar.
 Otro de los chicos que no había hablado todavía era un Alemán llamado James, era el típico alemán : rubio, ojos azules y alto, muy alto.
El último en presentarse fue Marco, el chico que había captado la atención de Anabeth desde el primer momento, el chico rubio de ojos marrones y dorados. Cuando se present a Anabeth, la chica extendió la mano y el se la cogió estrechándola y sonriendo.
-Me llamo Marco Anabeth, encantado.
-Lo mismo digo- sonrió la chica.
Jake los miró por el rabillo del ojo y sintió una inminente preocupación de la que Kiko lo sacó con unas palabras no muy tranquilizadoras.
-Esa chica tiene lo que hay que tener, creo que Marco también se ha fijado. Personalmente prefiero a la pelirroja, pero sé que tú no. No la dejes escapar tan fácilmente.

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