Capítulo 4 (constelaciones)

Ambos chicos se giraron hasta quedar frente a frente.

- Eh... ¿ Qué ha sido eso ?- preguntó Jake desconcertado.
- ¡Quema!- gimió Anabeth.
- Tus lunares...¿ han brillado ?
-¡Quema!- se quejó más fuerte Anabeth.
En ese momento, Jake se dio cuenta de que no era ningún sueño, estaba
allí con ella y sin camiseta.
- ¿Estás bien?- preguntó al ver la cara de dolor de la chica.
Anabeth se echó agua por encima al alcanzar la fuente a la que había
conseguido acercarse.
Cuando el dolor de su espalda se hizo soportable, respondió:
- Mejor que antes- intentó sonreír mientras volvía a echarse agua
sobre la camiseta.
Entonces los dos se dieron cuenta de que, el uno sin camiseta y la
otra con la camiseta empapada formaban un dúo bastante cómico. Ambos
rieron mientras Anabeth se ponía el chaleco que llevaba en la mochila
por si hacía frío.
- Me tengo que ir, tengo que recoger a mi hermano.
- Y yo, encontrar mi camiseta- dijo Jake- ¡Pero esto no queda así
Anabeth Starchild!
La chica se levantó y le saludó con la mano para torcer la esquina y
poder esbozar la sonrisa que luchaba por asomar de sus labios. No
sabía que Jake Mildlake, el chico más popular del instituto, se
hubiera aprendido su apellido cuando ni siquiera se sabía el nombre de
Krista (la segunda chica más popular) y la soliese confundir con
Kara o Karla.
Recogió a su hermano y subió al bus que la llevaría a su casa
sintiéndose la chica más afortunada del mundo.
                             ***
Otra vez dando vueltas en la cama, pero esta vez a algo imposible, tal vez había sido una alucinación de ambos, algo raro y extraño. Había
leído algo parecido en algunos libros pero eran demasiado imposibles
para ser reales, todos trataban de seres fantásticos y...no,
definitivamente ella era una chica humana muy normal.
Se durmió alrededor de las dos de la mañana cuando no pudo resistir
más el sueño. No se despertó muy tarde, había tenido la misma
pesadilla y ya era la tercera noche. En esta ocasión, el Jake alado no
la había soltado, sino que se la había llevado volando hasta
convertirse en una estrella, un punto en el infinito, un lunar en la
espalda de Anabeth.
En cuanto entró en clase de Mia y Katia por la mañana, apareció Jake:
- Tenemos que hablar, mañana en el recreo en...-se lo pensó- en la
puerta de los vestuarios.
- ¿Hola?-dijo Anabeth confusa.
Aun así, había captado el mensaje, pero se le ocurrió algo mejor.
- Jake- dijo cogiéndole la mano para retenerlo, cosa que sorprendió a
ambos, pero ninguno se soltó- en el mismo sitio al terminar el recreo.
Jake asintió con la cabeza y sus manos se soltaron.
Mia apareció de repente:
- ¿Qué me he perdido?
- Nada importante- respondió Anabeth ausente.
- Ya, y yo voy y me lo creo. ¿Os hablabais en código? - la miró
enigmática y preguntó- ¿Hace cuánto empezasteis a salir?
Anabeth se sobresaltó cuando Mia hizo la última pregunta. Antes de que
pudiera reaccionar, entró el profesor y Anabeth tuvo que irse.
Las horas pasaron lentamente y Anabeth solo podía desear que todo
acabara cuanto antes y poder zanjar el asunto de Jake pronto, pero
tenía la corazonada de que todo acababa de empezar.
Cuando sonó el timbre de final de recreo, Anabeth y Jake se dirigieron
al lugar acordado y se encerraron en el vestuario masculino, (decidido
por un piedra, papel, tijera) hasta que estuvieron totalmente seguros
de que estaban solos.
- No fue una alucinación, ¿verdad?- comenzó Anabeth.
- No, no creo, ¿volvemos a intentarlo para estar seguros?- preguntó
Jake nervioso.
- Sí, espero que no pase nada y que todo haya sido una confusión- dijo
Anabeth quitándose el jersey, debajo llevaba la camiseta del otro día
sabiendo que algo así pasaría.
Jake se quitó la camiseta dudoso.
-¿Preparada?- preguntó Jake.
- Preparada- asintió Anabeth.
Un destello y el sonido de un grifo explotando les confirmó que, tal
como sospechaban, no había sido ninguna alucinación.
- ¿Lo hemos hecho nosotros?- preguntó Anabeth.
-Sí, ha sido increíble - rió Jake.
- Sí, y si no salimos de aquí, nos va a caer una buena- rió también Anabeth.
Salieron corriendo del vestuario intentando no mojarse y fueron a sus
respectivas clases mientras reían. Jake guiaba a Anabeth a través de
los pasillos cogiéndola de la mano, haciendo que la chica se sintiese
libre y divertida.
Cuando se separaron para entrar en sus clases, Anabeth tenía una
sonrisa que dejaba ver sus dientes, que se esfumó cuando comprobó que
no quedaba nadie en su aula.
- Se han ido - dijo Jake.
- No me digas, ¿a dónde?- se preocupó Anabeth.
Un profesor que pasaba por allí les preguntó:
-¿Qué estáis haciendo aquí?
- Nos castigaron en la biblioteca y el castigo se alargó más de lo
previsto, por cierto, hemos oído algo así como un grifo abierto en los
vestuarios masculinos, pero no hemos tenido tiempo de cerrarlo.
El profesor palideció y fue en la dirección indicada por Jake.
- ¿Dónde ha dicho que estaban los de segundo de bachiller?- preguntó
con naturalidad Jake.
- En la sala médica, se les ha convocado para una revisión externa al
colegio, sin excepción- dijo el profesor en la distancia.
Jake corrió escaleras abajo y Anabeth lo siguió a duras penas. Se
notaba que Jake jugaba al fútbol, pues a Anabeth le costó seguirle el
ritmo y no se dio cuenta de que el chico había parado hasta que éste
la agarró del brazo y la pegó a la pared.
Asomaron la cabeza con sigilo y vieron a Krista, quien iba tumbada en
una camilla sujetada por dos hombres, segundos después aparecieron Mia
y...Katia.
Katia estaba pálida y se notaba que se había debatido con los hombres,
pues le sangraba el labio y tenía un moratón en el brazo izquierdo.
El primer pensamiento de Anabeth fue correr a ayudar a su amiga, pero
Jake la detuvo agarrándola por la cintura.
Unos guardias se acercaron peligrosamente al lugar en el que estaban
mientras Anabeth contenía la respiración y Jake la retiraba suavemente
hacia las escaleras donde podrían escapar fácilmente.