martes, 23 de junio de 2015

Tercer capítulo: stuDYING


Como si las manecillas del reloj dejasen de correr. Bajo el agua, el tiempo se paraba.
 Bueno, casi siempre.
-Mierda. Mierda mierda mierda mierda.
 Manu se paró a mi lado y se quedó mirándome, expectante.
-¿Qué pas…?
 Le interrumpí.
-El examen. De mañana. Tenía que estudiar, y… Agh.- se quitó las gafas de buceo. Hice una pequeña pausa- Me acabo de acordar; no he cogido el libro, y… No puedo suspender ese examen, ¿sabes?
 Clavó sus ojos en los míos. Eran bonitos: castaños, con manchas verdes. Y juraría que tenían destellos naranjas.
-No pasa nada. Todavía estás a tiempo.
-¿Es que no me has oído? Se me ha olvidado el libro.- le espeté.
Manu rio.
-Te lo puedo enseñar yo… Seguro que ya lo he dado.
 Claro. Manu era un año mayor que yo -él tenía dieciséis y yo acababa de cumplir los quince. Me quité yo también las gafas y me senté en el bordillo, haciendo fuerza con los brazos.
-Hmm…, vale. ¿Vamos?
-A por ello.
Nos fuimos a un banco de la calle, a la salida del polideportivo. Se suponía que yo debería tener el libro en las rodillas, pero como era tan lista me lo había olvidado en clase. Siempre igual. Lo de ser tan despistada lo había sacado de mi madre.
Manu carraspeó.
-Bueno, y… ¿Qué es lo que no entiendes exactamente?
Suspiré y bajé la mirada al suelo.
-Ecuaciones bicuadradas.- musité.
-Bueno, no pasa nada. Vale. Vale. A ver que me acuerde… -se calló un segundo; en esos momentos yo ya estaba al borde de la hiperventilación.- Lena Gil, tienes suerte de que sea bueno en Mates.
Tras casi una hora hablando de incógnitas, valores y variables, y con los pies dormidos, por fin comprendí cómo resolver esas malditas ecuaciones.
 Había tardado un rato y gastado un buen tocho de hojas (del cuaderno de Inglés de Manu), pero había valido la pena.
 Resoplé, exhausta.
-Uf. Por fin. No me puedo creer que lo haya entendido todo. Mira que soy mala en esto.
-Ni que lo jures -asintió Manu. No le veía la cara, pero por su voz supe que estaba sonriendo.
 Yo también sonreía.
 Un Citroën C3 granate pitó desde la acera en nuestra dirección, impaciente. Mamá.
-Tss, me tengo que ir. Chao.
-Hasta luego. Y suerte mañana; seguro que lo clavas.
 Me reí.
-Seguro. Desde luego, tengo al mejor profesor.
El teléfono sonó tres tonos antes de que lo descolgaran.
-¿Dig…?
-¡Manu! ¡No te lo vas a creer! -y, antes de que él pudiera responder siquiera, puse voz de presentador y seguí hablando.- Señoras y señores, Lena Gil, negada en Matemáticas pero con un profesor genial, ha aprobado el examen de esta mañana con la increíble nota de… ¡Un ocho y medio!
 Le escuché reír, aunque su voz sonaba hueca a través del auricular.
-¿Qué dices? ¿En serio?
 Me hice la dolida.
-Pues claro, ¿qué te crees? Todo es posible en este mundo, amigo. Never say never, ¿no?
-Pero si tú eras la pesimista que me aseguraba que iba a suspender… Por cierto, ¿esa no es una canción de Justin Bieber?- dijo, en tono jocoso.
 Me callé un momento.
-¿De verdad, Manu? Acabo de aprobar ese maldito examen. ¿Te crees que me importa si es una canción de quién sea? ¡Que he aprobado!
 Soltó una carcajada.
-¡Un ocho; ni más ni menos, señores!
-Y medio, eh. ¡Y medio!

2 comentarios:

  1. Vale, me he reído bastante con este capítulo. Y medio, ¿eh?, y medio. xDD

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